Álbumes de viajes

Esta galería se compone de dos volúmenes en los que Soledad Acosta despliega las mismas técnicas de recorte y ensamblado que en el caso de los álbumes anteriores. Aquí, sin embargo, su objeto primordial son los viajes. La escritura de viajes fue un género popular entre mujeres y hombres letrados del siglo XIX que pudieron expresar a través de este formato versátil sus apreciaciones sobre otras sociedades y culturas y poner en contacto el mundo privado de su escritura y experiencias con la esfera pública de los desplazamientos, visitas, encuentros sociales, entre otros. Para los latinoamericanos, los viajes a Europa como los que aquí se incluyen representaban también una vía de educación y formación intelectual fundamental. La proliferación de los viajes al Viejo Continente en la segunda mitad del siglo XIX derivó en el desarrollo simultáneo de una industria turística y de la fotografía como objeto de consumo de esa misma industria alrededor de los viajes. Postales, tarjetas de visita e inclusive álbumes que se vendían con las imágenes pre-impresas de los lugares visitados (ver Mills en bibliografía), pasaron a convivir con la típica narración de viaje y funcionaron como souvenirs (recuerdos) de la experiencia vivida. En Peregrinaciones en Francia, particularmente, puede verse que Soledad Acosta no fue ajena a estas prácticas modernas tanto del viaje como de la escritura, y utiliza allí una serie de postales posiblemente adquiridas en los recorridos que se narran. Los grabados y fotografías de las postales y recortes están organizados de acuerdo al recorrido de la viajera por las exposiciones, galerías o puntos de interés que visita. Y la densidad visual del libro ofrece a lectoras y lectores un «sentido palpable» del espacio físico (o de sus idealizaciones americanas) de Europa. Así, estos álbumes nos permiten viajar a través de la visualidad y de la experiencia visual de quien observa. Soledad Acosta nos revela que la escritura de viaje no es una expresión literaria exclusivamente. Es el producto de momentos de consumo, de tránsito y movimiento de la escritora, pero también del contenido del libro. Es además otro resultado de su «escritura con tijeras» —adaptando la expresión de Ellen Gruber Garvey (2013)— que se ubica en un espacio intermedio entre la autoría del texto propio y la lectura/manipulación de los materiales (gráficos y literarios) para su elaboración.

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